Apuesto no por un cambio radical de las estructuras

Cuando el otro día oía hablar de “Nueva Normalidad”  o «Plan para la Transición hacia una nueva normalidad», me extrañó que se hablara de normalidad como algo nuevo que pueda llegar después de este virus que  ha afectado a toda la sociedad. Me parece una contradicción este término que no nos aventura nuevas expectativas.

Como es algo novedoso ese concepto para mí, me voy a internet y leo que el concepto de normalidad engloba la serie de expectativas que cada sociedad tiene de su gente. Se trata de una generalización y, como tal, carece de precisión cuando se lleva a la práctica. 

 Pienso que la normalidad tiene una gran carga de subjetividad y está vinculada a la condición social, la edad y otras cuestiones.

Me acojo al sentido de carga de subjetividad para hacer mis reflexiones sobre la Nueva Normalidad  y sueño y quiero pensar que se harán realidad, esas expectativas, cuando volvamos a nuestros quehaceres diarios.

Así sueño que nuestro país, que actualmente es de los diez primeros países exportadores de armas, pueda cambiar esa normalidad y ser un país nuevo donde  se reinviertan esas exportaciones  en una mejor sanidad y una mucho mejor educación, ya que el fin de  todo ser humano no es vender muerte sino salvar vidas, dando a la ciencia, la sanidad y la tecnología una prioridad en nuestras inversiones.

Tal vez esta situación nos haga pensar en un mundo mejor en el que, como dice Orhan Pamuk (premio Nobel de literatura en 2006) “debamos abrazar y cultivar los sentimientos de humildad y solidaridad engendrados por el momento que vivimos”.  Debemos crear un futuro mejor en el que las personas no se sientan en soledad por ninguna clase de discriminación, tristemente, protagonista de este confinamiento.

Para crear ese futuro necesitamos  una mayor cooperación internacional en el cambio climático, con una integración armónica con la naturaleza, una  mayor actuación contra la desigualdad y la exclusión que genera el hambre, una acción rápida para ser capaces de crear vacunas gratuitas contra la COVID-19, en definitiva, una conciencia solidaria más allá de las fronteras donde la supervivencia no dependa de diferentes nacionalidades.

Todo esto será posible si somos  capaces de cambiar el miedo, que nos hace encerrarnos en nosotros mismos, por la valentía, si somos capaces de manifestar nuestras opiniones y no seguimos al sol que más calienta; si aprendemos a  ser más críticos con la información que nos llega y evitamos la manipulación y el “todo vale” al que estamos acostumbrados.

Quisiera soñar que después de este confinamiento habrá menos pasiones y más emociones controladas por nosotros mismos.  Dice Harari, el autor de “Sapiens” que las ideas únicamente cambian el mundo cuando cambia nuestro comportamiento y en eso consiste nuestro sueño: cambiar nuestra mentalidad, nuestro comportamiento y luchar por fomentar lo mejor de nosotros mismos.

Puedo seguir soñando y soñando pero despierto y me pregunto, ¿podemos salir mejores de esta crisis? El artista Antonio López en una entrevista realizada por El País cree que nada cambiará porque el hombre no sabe escuchar y no cree que salgamos mejores ya que  tenemos una forma de vida muy invasiva y alejada de la naturaleza…

Sin embargo yo creo que saldremos  con  más aplicación de la tecnología: teletrabajo, videoconferencias… y al mismo tiempo creo que este aislamiento  que hemos vivido, nos ayudará a ser más participativos, porque protegiendo a los demás nos protegemos nosotros mismos. Saldremos con mayores deseos de disfrutar de los sencillos placeres diarios, de abrazar, de besar, de realizar todo aquello que  ha sido prohibitivo durante este confinamiento.

Apuesto no por un cambio radical de las estructuras que nos gobiernan sino por una nueva forma de ser que nos haga más  solidarios para poder cicatrizar las heridas ocasionadas en todos, los contagiados, los que se han quedado en el camino, y en definitiva los más necesitados.

José Manuel

Un comentario:

  1. Me gusta esa frase:» Apuesto, no por un cambio radical de las estructuras que nos gobiernan»
    Cuántas veces ponemos las ilusiones, los anhelos y las esperanzas, fuera de nosotros mismos. Si las estructuras no cambian, nos decimos, cómo podremos cambiar nosotros?.Está claro que nos es mucho más cómodo que el cambio lo hagan los otros y luego si acaso, ya les seguimos nosotros.
    Sería un buen propósito de este confinamiento, entender que este mundo sólo cambiará si lo hacemos nosotros primero.

No se admiten más comentarios