Ansiedad, estrés, depresión, llamémoslo como mejor lo entendamos. Es algo que venimos sufriendo muchas personas cuando los sentimientos son alterados por circunstancias adversas que traicionan nuestra sensibilidad, se instalan en el estómago, suben a la garganta y nos impiden respirar con normalidad. Lo que ahora estamos pasando, la incertidumbre y no saber cómo será el futuro que nos espera, impide que pensemos con serenidad.
Creo que cuando acabe el confinamiento y podamos abrazarnos y besar a nuestros hijos y nietos,
y reunirnos con los amigos, desaparecerá la ansiedad que tenemos instalada en el cuerpo.
Mari C. Gómez