Suelo ver los días de diferente color. Se entremezclan a lo largo del día muchas veces, dependiendo de las horas. Las primeras horas del día suelen ser colores claros, llenos de guiños que me ayudan a ver las cosas de forma más positiva.
Hay días que los veo rojos, con los bordes negros. Esos son los peores. Se mezclan peleando para tratar de salir uno de ellos victorioso. Luchan por vencer el corazón y la realidad. Suele ganar el negro. Con la realidad de esos números en que se han convertido las personas que nos han dicho adiós, que se han ido en silencio y sin despedidas.
Pero me voy a quedar con el verde. Ese verde que veo todas las mañanas cuando abro la ventana. Ese verde que esta primavera invade todos los rincones. Ese verde esperanza de puertas abiertas y que me ayuda a esperar un futuro mejor.
M ª Carmen González