FALTA DE LIBERTAD. 

Esta falta de libertad con el confinamiento me ha servido, como imagino, lo habrá sentido la mayoría de la gente, para dar más importancia a lo que realmente lo tiene en esta vida: La familia, la salud, la amistad, la libertad y el constatar una vez más, que para ser feliz se necesita muy poco. 

Al comienzo de este confinamiento tenía sentimientos de incertidumbre, de preocupación, porque pensaba que el hecho de no poder salir a la calle y no poder ver a mi familia me iba a afectar anímicamente, pero día a día en el silencio creado a mi alrededor, donde el ruido de los coches en mi ventana se había cambiado por el gorjeo de los pájaros, es decir por el ruido que nos brinda la naturaleza, me fui relajando, saboreando esa sensación de quietud y sintiéndome cada vez mejor entre libros y en mi pequeño mundo, o también tal vez, porque iba interiorizando el riesgo inmenso de contagio que existía fuera, según iba escuchando la escalada ascendente de enfermos y fallecidos de cada día. 

Ese sentimiento de riesgo me llegó de lleno cuando recibí la comunicación del fallecimiento por coronavirus de un amigo de muchos años, totalmente sano y robusto, compañero de mi marido, profesor de mis hijos, …y es que cuando se oyen las noticias con las cifras, estadísticas y porcentajes en ascenso, te impactan y te preguntas como será posible…, pero cuando palpas el dolor de cerca, cuando tu amiga te cuenta que no puede soportar la situación de no poder estar a su lado, ni poderlo despedir, es cuando de verdad te percatas de lo dañino que es esta epidemia y los sentimientos de tristeza e impotencia te afloran sin poderlo evitar. Añadiendo a todo esto, la imposibilidad de ofrecerla ese abrazo de consuelo que ayudaría en su duelo, ya que todos necesitamos el apoyo humano de los demás ante tal pérdida. 

Por otra parte, hoy en día, tenemos que agradecer el hecho de disponer de los avances científicos, como el ordenador y los móviles que nos han permitido estar en contacto virtual con los hijos, nietos y demás familia por medio de las videoconferencias lo que nos ha permitido, superar y hacer más llevadera esta falta de libertad impuestra por el coronavirus. Por este medio virtual, cada día a las 7 de la tarde, tengo una cita con mis hermanas para hacer ejercicio físico juntas, corriendo en el sitio y realizando una tabla de ejercicios, mientras nos contamos los pormenores del día. Y los lunes a las 18:00 nuestra cita con el Test de Turing, la Maquina Enigma, o las Propiedades de los sonidos etc. con nuestra profesora Lia. Gracias por tu tiempo Lía, por tu generosidad, por la ilusión que nos contagias y por haber hecho posible ese contacto virtual con las compañeras, que me supone una gran satisfacción, aunque sea entre pantallas. Sin olvidarme tampoco de Victoria, que escribe en Ingles al grupo del WhatsApp y nos envía vídeos para no perder ese contacto con el idioma que es tan necesario para no olvidarlo y sentirlo vivo. Con el corazón en la mano, muchas gracias. 

Gloria. 

Un comentario:

  1. Muchas gracias, Gloria. Es poco lo que yo puedo hacer porque todavía no me siento experta con el ordenador. Las extraño muchísimo y también hago ejercicio , pienso que la tecnología es una maravilla que me conecta no solo con España sino con todos mis amigos de la diáspora venezolana. Un fuerte abrazo a ti Gloria y a todos.

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